domingo, 31 de enero de 2016

En el filo de la navaja: Luis Lucia


Si alguien merece formar parte de La Tercera España no sólo por su trayectoria política sino también por su singular peripecia vital es, sin duda, Luis Lucia Lucia (Cuevas de Vinromá 1888- Valencia 1943), padre del director de cine del mismo nombre. Recién licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia, y llevado por un inicial tradicionalismo pronto abandonado, fundó un semanario de inspiración carlista que poco después se transformaría en el Diario de Valencia del que fue director hasta el comienzo de la guerra civil. En 1930 funda junto al tradicionalista Manuel Simó Marín y a los empresarios José Duato Chapa e Ignacio Villalonga, el partido Derecha Regional Valenciana que, tras dos años de importante crecimiento en la región del Turia, terminaría integrándose, aunque con gran autonomía, en la Confederación de Derechas Autónomas (CEDA) del carismático líder derechista José María Gil Robles. Luis Lucia defiende entonces un discurso político reformista, abierto, de inspiración socialcristiana frente al sector mayoritario, de ideología más conservadora. La Derecha Regional Valenciana y Acción Popular se constituyen en los dos partidos nucleares de la nueva CEDA de la que Luis Lucia, colaborador infatigable de Gil Robles, es uno de sus dirigentes más destacados.


En las elecciones de noviembre de 1933, que ganó la CEDA, obtuvo acta de diputado por la circunscripción de Valencia. En 1935 formó parte del nuevo Gobierto radical-cedista bajo la presidencia primero de Alejandro Lerroux y después de Joaquín Chapaprieta, como ministro de Comunicaciones. En las elecciones de febrero de 1936, que devolverían el poder a la izquierda, volvió a ser elegido diputado. Su "mitín de Mestalla" ostenta aún el récord como el acto de campaña electoral que más seguidores ha conseguido congregar nunca en España.


Fiel en todo momento a la República, la democrática, no la que querían imponer los sectores radicalizados de la izquierda revolucionaria, en mayo del 36 intentó junto a Indalecio Prieto formar un gobierno de concentración nacional que evitase la insurrección militar. El mismo 18 de julio de 1936 envió un telegrama al Ministro de Gobernación manifestando su apoyo y el de su partido apoyaban la República:

Madrid. Ministro Gobernación. Como ex ministro de la República, como jefe de la Derecha Regional Valenciana, como diputado y como español, levanto en esta hora grave mi corazón por encima de todas las diferencias políticas para ponerme al lado de la autoridad que es, frente a la violencia y la rebeldía, la encarnación de la República y la Patria. Luis Lucia.

Dicho telegrama fue leído numerosas veces a lo largo del día por las radios gubernamentales, para mostrar que no todas las derechas apoyaban la sublevación militar. A pesar de esta inequívoca toma de posición, por sus antecedentes derechistas y católicos, fue detenido y encarcelado, primero en Valencia y después en Barcelona. Así, tras el hundimiento de la legalidad y el caos producido en la retaguardia republicana y el comienzo de la represión y asesinato masivo y sistemático del clero, Lucia se escondió, primero en Cantavieja (Teruel) y luego aislado en una casa de un pueblecito de Castellón, donde vivió cinco meses. Sin embargo, fue delatado y encarcelado. La muestra inicial de adhesión no fue suficiente para las autoridades republicanas, entregadas ya al sectarismo revolucionario, ya que fue procesado y mantenido en prisión. De Valencia fue trasladado a la Cárcel Modelo de Barcelona. Ante la inminente caída de la ciudad en manos franquistas el 26 de enero de 1939, y cuando la concesión del suplicatorio hacía prever una inminente condena y más que probable ejecución, Lucia y otros presos de derechas fueron liberados, no se sabe con seguridad si por un diplomático disfrazado de guardia de Asalto o por un comando quintacolumnista.. Lucia dejó la ciudad y se escondió a la espera de la llegada de las tropas franquistas.


Pocos días después entran las tropas de Franco en Barcelona, y Luis Lucia, partidario de la Tercera España, la España de todos, es detenido y condenado a muerte en juicio sumarísimo, ahora por las autoridades franquistas. La condena no llegó a ejecutarse gracias a la intercesión del Arzobispo de Valencia que solicitó inmediatamente a Franco el indulto. Este conmutó la pena de muerte por la cadena perpetua. Pasó otros dos años y medio en la cárcel Modelo, curiosamente la misma cárcel y el mismo tiempo que había estado encerrado con el Frente Popular. Allí escribió "Salterio de mis horas" donde dejó reflejada su dura experiencia carcelaria vivida con notable religiosidad.


Finalmente fue confinado en Mallorca hasta 1943. Expulsado del Colegio de Abogados le fue imposible ejercer profesión alguna y ganarse la vida. Escribe el libro titulado Qué me dice usted de los presos publicado en 1942 bajo el nombre de un sacerdote amigo suyo, el padre Martín Torrent, capellán de la Cárcel Modelo de Barcelona. Al poco, un cáncer de páncreas le convirtió en enfermo terminal y se le autorizó ir a morir a su añorada Valencia. Tenía 54 años. En la presentación de su biografía "En el filo de la navaja", que me sirve de título para este artículo, escrita por Vicente Comes, Paul Preston declaró qué Lucia era un claro representante de la Tercera España. El socialista Indalecio Prieto al enterarse de su muerte en su exilio mexicano dijo de él "Era un adversario político, pero un adversario noble, ante cuyo cadáver me descubro con respeto. La República cometió con él una injusticia y Franco otra mayor".

No quiero acabar sin agradecer al historiador Luis Sols, nieto de Luis Lucia, la deferencia que ha tenido al ponerse en contacto conmigo, proporcionándome algunos datos interesantes para la elaboración del presente artículo.

domingo, 24 de enero de 2016

Manuel Andújar: La utopía de ser español




Frente al terreno baldío creado por la cultura oficial franquista y frente a los que desde el resentimiento oponían a una dictadura militar otra del proletariado, autores como Max Aub, Rosa Chacel, Francisco Ayala, José Ramón Arana o Manuel Andújar, en el bando republicano, y Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo, Torrente Ballester o Luis Rosales, en el nacional, alumbraron en los años cuarenta y cincuenta con sus obras y su talante humanista la posibilidad de una tercera España, desde una alternativa ética y dialogante que nada tenía que ver con el fanatismo ideológico y el maniqueísmo reductor de los que se autoerigieron bien envanguardia de un pueblo al que utilizaron para imponer su tiranía, bien como salvadores de una Patria a la que condenaron al ostracismo. El socialismo marxista excluyente de unos y el patrioterismo caduco de otros adulteraron los conceptos de Socialismo y Patria, despojándolos de su dimensión humana, al ponerlos al servicio del estalinismo criminal y el nacionalismo rancio, militar y clerical. Los españoles terminaron enfrentados en dos bandos en una guerra de la que, ganase quien ganase, nunca saldría la verdadera España, definida por Ortega como proyecto sugestivo de vida en común.
Manuel Andújar (La Carolina 1913-El Escorial 1994) intenta penetrar en la esencia de la realidad nacional, recuperando el sentido originario de palabras, viciadas a diestra y siniestra y adulteradas por el fulgor de la batalla. Socialismo y Patria terminan convirtiéndose en banderines de enganche de un pueblo engañado por los intérpretes de su voluntad. "Mi meta-declara en 1987-en la etapa primorriverista era un socialismo pacífico y democrático". En Cartas son cartas, una antología epistolar sobre el tema de España, Andújar amplía su peculiar concepto de socialismo:

No vale andar con rodeos. Hasta los hombres de sana mentalidad que proceden de la burguesía comprenden hoy que en lo económico el capitalismo ya no vale para el futuro y que seducir a los trabajadores con vagas promesas los empuja al campo del totalistarismo obrero, a la larga. Sólo podremos salvarnos todos, en cuerpo y alma, luchando por la implantación de un socialismo que se fundamente en el hombre y no en su opresión de calquier género. Un socialismo que estimule los valores humanos...




Además, Andújar formaba parte de esa izquierda intelectual exiliada que supo romper con el lastre de su tradicional discurso antinacional al integrar el patriotismo como parte esencial de sus propuestas socialistas. En la obra de Andújar la Patria no aparece como mera abstracción sino como encarnadura de una circunstancia histórica y personal.

También -comenta en Cartas son cartas- en tanto españoles desterrados, no podemos menospreciar que hay en España, con todas las degeneraciones que se qwuieran, un sentimiento patriótico general, arraigado, que , expurgado del maleficio del franquismo, puede ser útil como gran energía....Fuerza fundamental para este renacimiento español es la resurrección de la fe en nuestro carácter y en nuestro destino. Los valores espirituales y culturales son, hoy, de una jerarquía política inestimable. Necesitamos formular un pensamiento nacional ibérico y un estilo que lo revele.

Los perfiles de la Patria se definen, pues, desde la memoria histórica y desde el deseo utópico. Memoria y deseo, amor y dolor, he ahí la síntesis de un patriotismo crítico de nuevo cuño, alejado por igual de mesianismos tradicionalitas y de quiméricos paraísos progresistas. La búsqueda de esta tercera España inexistente y la profunda reflexión sobre las miserias de las otras dos Españas enfrentadas será su mayor preocupación intelectural. La tramática experiencia de la guerra y el exilio lo acercan a la literatura:

Querer explicarnos lo español y su posible trascendencia a lo universal, intentar ver claro en la maraña de la guerra civil, en función de los hombres y no de esta o aquella facción, de esta o aquella doctrina, de tal o cual táctica, del grupo de intereses y empecinamientos de mengano y zutano. Al menos para mí, es la literaria la única forma que tengo de expresarlo y de buscarlo, y sólo cuando lo tresuelva, o crea que lo haya resuelto, pondré encararme con otros problemas, gentes y momentos.

Y es que toda su labor literatria es un reiterado esfuerzo por comprender el problema de España al margen de todo dogmatismo, en diálogo constante con el otro, no justificando pero sí intentando comprender, siguiendo la premisa machadiana "Mi verdad, no; la verdad. Ven conmigo a bjuscarla. La tuya guárdatela". En este sentido afirma Manuel Andújar:

Hemos de aplicar la terapéutica del diálogo, inconcebible sin un régimen vigorosamente democrático. Diálogo consigo mismo, diálogo con los semejantes, con los próximos, con los lejanos, con las generaciones de erste tiempo y con aquellas que nos pautaron.

Tras su dramática estancia en el campo de concentración francés de Saint-Cyprien, embarcó en el mítico Sinaia rumbo a México que sería durante más de dos décadas, hasta su retorno a España en 1967, el refugio de su trastierro, en palabras de José Gaos. Allí dirige en 1946 junto a José Ramón Arana Las Españas, una ambiciosa revista cultural que venía a rellenar el hueco dejado por las efímeras revistas La España Peregrina de José Bergamín y Romance del poeta cordobés Juan Rejano. Paralelamente se entrega a una copisa labor creadora. Partiendo de la angustia de 1944 es su primera obra. En ella late un hondo pesimismo que en libros posteriores será sustituido por un sustrato regeneracionista de fe en el hombre y en la historia. Pero la parte más significativa de su producción literaria -sin olvidar la experimentación de sus últimas novelas, sus excelentes cuentos reunidos en el libro Secretos augurios o sus esporádicas incursiones en la poesía o el teatro- la constituye el ciclo Lares y Penares. Las novelas pertenecientes a esta serie son fiel testimonio de una dilatada vida que ha sido testigo de los vertiginosos acontrecimientos que cubrieron de sombras la más reciente historia de una España, sentida como una herida abierta que se desangra a través de la pluma dolorida y enamorada del autor.
La parte central del ciclo la constituye la trilogía Vísperas (1947-1959), una detallada reconstrucción de los prolegómemos de la guerra civil: los condicionamientos sociales, los prececdentes ideológicos y las rivalidades personales que llevatron a todo a todo un pueblo a un odio fraticida. Todos ello tratado con un estiloo realista de estirpe galdosiana elaborado, como apunta Rafael Conte, a través de la construcción de símbolos morales, personajes o anécdotas que, atravesando su propia significación real, se configuran como elementos de un juicio étyico. En Cristal herido (1945) el autor realiza una catarsis personal y colectiva al retratar, en un relato coral, la insatisfacción de la animosa juventud republicana que no sólo perdió la guerra sino también las esperanzas de construir una sociedad más libre y más justa. Pero no será hasta 1973, ya asentado njuevamente en España, cuando publica su novela sobre la guerra civil Historias de una historia, un extenso relato, en la línea de El laberinto mágico de Max Aub, donde el tema de la guerra civil es tratadop con un talante conciliador, transido de humanismo, alejado del espíritu propagandístico con el que se haba abordado este asunto en la literatura española (Agustín de Foxá, Tomás Borrás, Juan Marsé o Luis Goytisolo). El personaje central, Andrés Nerja, es un alter ego del autor, lo cual imopregna a la historia de un espíritu antidgmático. Llegará el día -omenta Andújar-en que se analice aquel estallido con espíritu limpio, mente clara y propósito fraternal ¿se cumplirá entonces la utopía de ser español?





Cita de fantasmas y La voz y la sangre, publicadas en 1984, suponen una nueva orientación en la producción del autor. Si bien continúa el tema de la guerra, ahora se incorpora la reflexión sobre la novela. Son los personales quienes emprenden una investigación para captar el sentido último de la realidad individual y colectiva de parte de un pueblo que no se resigna al efrentamiento estéril. Los hijos de los exiliados exteriores e interiores deben ser los responsables, según Andújar, de construir una nueva España sobre nuevos cimientos.

No cabe duda de que Andújar se está refieriendo a la generación que hizo posible la transición democrática que, con su espíritu integrador y dialogante, impulsó una Constitución en la que quedaban reflejados los principios de esa Tercera España superadora de los errores históricos cometidos por las generaciones anteriores. La palabras de Manuel Andújar, socialista y español, demócrata convencido, así como las de otros muchos exiliados, debieran hacer recapacitar a los que están empeñados en dinamitar los principios que hicieron posible la España constitucional, en la que parecía haberse cumplido "la utopía de ser español".


domingo, 17 de enero de 2016

Julián Besteiro "El santo laico"





Un hombre de paz y concordia en medio de un país dividido y enfrentado. Un humanista que entendía la política como un servicio permanente al pueblo al que no dudó en acompañar hasta dar la vida por él. Un hombre honesto, incorruptible que supo anteponer, rodeado de fanáticos y totalitarios, la dignidad humana a su propia ideología. Incomprendido por los suyos, injustamente tratado por sus enemigos, Julián Besteiro es sin duda un digno representante de La tercera España.
Nacido en Madrid en 1870 fue educado en la Institución Libre de Enseñanza donde coincidió con Fernando de los Ríos y los hermanos Machado. Esta formación krausista marcará su trayectoria vital, política e intelectual. Tras sus contactos con el Partido Radical de Alejandro Lerroux, muy joven ingresa en la Agrupación Socialista Madrileña y en la UGT, atraído por la moralidad y la honradez que representaban para él las ideas socialistas. En 1917 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid y en 1918 obtuvo un escaño de diputado a las Cortes por Madrid.
Alineado desde un principio en el sector más moderado del Partido Socialista sufrirá los ataques de los doctrinarios de su propio partido que sólo hablaban de revolución y violencia. No le perdonaron nunca su actitud colaboracionista con las políticas regeneracionistas de Miguel Primo de Rivera ni su oposición a la violenta revolución de Asturias en 1934, apoyada por el mayoritario sector largocaballerista del PSOE, que supuso de hecho el primer golpe de estado contra la Segunda República. Tampoco se entendió su oposición a la afiliación del PSOE a la Komitern. Hay que recordar que años antes Fernando de los Ríos visitó la incipiente Unión Soviética y tras ver la tiranía a la que los comunista tenían sometido al pueblo ruso elaboró un informe a la Ejecutiva socialista que fue ignorado.



Con la llegada de la República fue elegido unánimemente presidente de la Cortes Constituyentes. Durante su mandato fueron los socialistas los más críticos con su labor. Cada vez más alejados de su talante moderado y democrático, creían ver en él un decisivo enemigo de sus fines revolucionarios. Sufrió severas críticas en el XIII Congreso del PSOE, celebrado en 1932, por haber detenido la huelga de diciembre de 1930. Exaltados miembros de las juventudes socialistas apedrearon su casa por su oposición al proceso revolucionario de octubre de 1934.

Su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, “Marxismo y antimarxismo”, fue duramente criticado por el Luis Araquistáin en la revista revolucionaria Leviatán. Y es que Julian Besteiro, catedrádico de Lógica por la Universidad Central de Madrid, era un teórico del marxismo más clásico que creía necesario agotar la fase burguesa de la historia para alcanzar el socialismo y era opuesto a toda aventura revolucionaria y violenta.



A pesar de la oposición de amplios sectores del radical Partido Socialista, en las elecciones generales de febrero de 1936 fue el candidato más votado por esos madrileños a los que no abandonará en los momentos más difíciles de la guerra. Tuvo múltiples posibilidades de abandonar la capital como hicieron otros altos dirigentes del Frente Popular, pero él se mantuvo siempre con el pueblo de Madrid:

“No desempeño ninguna función cuyo ejercicio requiera precisamente mi ausencia de Madrid, y en cambio, por haber venido representando como diputado a este pueblo sin interrupción en todas las legislaturas desde el año 1918, me considero tan ligado moralmente a mis electores que creo es mi deber acompañarles en las circunstancias difíciles en que actualmente se encuentran y las que les esperan verosímilmente”.

“Si el pueblo de Madrid me ha asistido tan constantemente con su confianza, no s mucho que yo le asista también en estos momentos tan difíciles. Madrid ha sufrido y sufre mucho y está demostrando todos los días poseer un espíritu ejemplar. Si yo saliese hoy de aquí, y más para ocupar un cargo tan honroso, pero con una tan lejana residencia, ese acto mío no podría menos de producir un efecto poco confortador”


Su presencia en Madrid será determinante. Trabajó con empeño por el cese de las hostilidades. Famosas se harían sus emotivas locuciones radiofónicas al pueblo de Madrid desde los sótanos del Ministerio de Hacienda. Incluso llegó a protagonizar una fallida misión de paz propiciada por el entonces presidente de la República Manuel Azaña, con intermediación inglesa. Con el gobierno de Juan Negrín hablar de negociación era alta traición. Su anticomunismo se acrecentó con las servidumbres soviéticas de Negrín. También Indalecio Prieto en una reunión del Comité Nacional del PSOE de 1938 acusó a Negrín de estar bajo las órdenes de Moscú. Bestiero se sabía definitivamente desplazado de la deriva totalitaria en la que estaban cayendo la dirección socialista. En un artículo publicado en El Socialista Besteiro justifica su alejamiento de los que habían sido sus compañeros de partido:

“No puedo hablar porque no me consentirían decir lo que siento y pienso, a saber: que los españoles nos estamos asesinando de una manera estúpida, por unos motivos todavía más estúpidos y criminales”.



La continuación de una guerra sólo traería más sufrimiento al pueblo de Madrid y el vencedor de la lucha fratricida nunca sería la democracia, de ahí que Besteiro intensificase los contactos con la Quinta Columna de Falange con vistas a un final negociado de la contienda. El profesor Antonio Luna García lo pone en contacto con el coronel Casado quien días después daría el golpe de Estado contra el dominio comunista que propiciaría el armisticio. Llevado por su cada vez mayor anticominismo, pero firme en sus convicciones socialistas moderadas, Besteiro llega a confiar en la generosidad del Bando Nacional en el proceso de reconstrucción nacional

"La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas: por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada anticomintern”

“No es, pues, fascista el ciudadano de la República, con su rica experiencia trágica. Pero tampoco lo es, en modo alguno, bolchevique. Quizá es más antibolchevique que antifascista, porque el bolchevismo lo ha sufrido en sus entrañas y el fascismo, no ¿Cómo este interesante estado de ánimo y esta rica experiencia puede contribuir a la edificación de las España de mañana? He ahí el gran problema. Porque pensar en que media España pueda destruir a la otra media sería una nueva locura que acabaría con toda posibilidad de afirmación de nuestra personalidad nacional; peligro que hemos corrido y del cual hemos escapado, al parecer, poco menos de milagro. Para construir la personalidad española de mañana, la España Nacional, vencedora, habrá de contar con la experiencia de los que han sufrido los errores de la República bolchevizada, o se expone a perderse por caminos extraviados que no conducen más que al fracaso. La masa republicana útil no puede pedir, sin indignificarse, una participación en el botín. Pero sí puede y debe pedir un puesto en el frente de trabajo constructivo”.



Bellas, pero ingenuas palabras. La España vencedora no iba a ser la de todos. El mismo José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, ya había advertido desde su prisión de Alicante de la catadura moral y política de los militares sublevados, “generales de desoladora mediocridad política. Puros tópicos elementales (orden, pacificación de los espíritus…). Si gana este gobierno y resulta que no es más que reacción, volveré a estar probablemente aquí, o en otra cárcel, dentro de pocos meses ”. Justo eso fue lo que le ocurrió a Besteiro. En uno más de sus innumerables actos de crueldad, Franco hizo oídos sordos a los que le reclamaron clemencia para un hombre que supo anteponer la ética a la política, la Nación al Partido y el pueblo a los intereses personales. El profesor Antonio Luna expresó en privado sju disgusto, pues Franco, después de prometer “vida y libertad” a aquellos que ayudaran a evitar una masacre, “me los fusilaba a todos”.

Según el historiador Paul Preston en el consejo de guerra se vivieron episodios singulares. “El fiscal, teniente coronel Felipe Acedo Colunga, reconoció que Besteiro era un hombre honesto , inocente de cualquier crimen de sangre, pero aún así pidió para él la pena de muerte. El largo discurso de Acedo dejaba claro que el crimen de Besteiro había sido hacer del socialismo una doctrina aceptable por presentar una versión moderada de él”. Un socialismo moderado y nacional. No era otra la apuesta política que muchos falangistas auténticos defraudados con la situación política (Dionisio Ridruejo, Cantarero del Castillo, Fernández Figueroa, Leopoldo Anzacot…) ofrecerán en sucesivas décadas a un régimen que a tantos ilusionó y que a tan pocos contentó. La tercera España trasversal quedó de nuevo inédita y aplazada.
Jerarcas del Régimen como Ramón Serrano Súñer llegaron a reconocer que “dejarle morir en prisión fue por nuestra parte un acto torpe y desconsiderado”. Finalmente, tras oír su “pliego de descargo”, se le condenó a cadena perpetua conmutada después a treinta años de reclusión menor. El expediente de Besteiro fue considerado personalmente por Franco. Más digna hubiera sido la pena de muerte, ya que a sus sesenta y nueve años, Besteiro ingresó en la prisión de Carmona donde recibió un trato vejatorio. Con una salud muy quebradiza, sin apenas atención médica , fue obligado a realizar duros trabajos físicos, como fregar suelos y limpiar letrinas. Murió el 27 de septiembre de 1940. Ya en el exilio, Indalecio Prieto, que lo calificó de “santo laico”, reconocería que “ningún socialista fue tan ferozmente combatido como él por sus propios compañeros”. Hoy en el PSOE de la Memoria Histórica pocos lo recuerdan. Nosotros sí.


domingo, 10 de enero de 2016

¿Qué es la Tercera España?


La transición democrática fue el resultado de un largo proceso en el que una serie de intelectuales, políticos y grupos sociales articularon un discurso que superando la división cainta de los españoles buscara puntos de encuentro que hicieran posible una sociedad abierta y plural. En muchos casos sufrieron la incomprensión de los suyos y de los que desde un espectro u otro no aceptaban que la única España posible y verdadera era la que aglutinase voluntades diversas, ideologías enfrentadas pero con la conciencia clara de pertenecer a una gran Nación, realidad histórica indiscutible, proyecto sugestivo de vida en común que hiciera de los españoles ciudadanos libres e iguales. La Constitución de 1978 con sus aciertos y errores materializó esa utopía por tanto tiempo perserguida. Este blog pretende ser un homenaje a los hombres y mujeres que desde un talante liberal han contribuido a hacer una España mejor y más habitable en un convulso siglo XX poco dado a entendimientos. Gregorio Marañón en sus Ensayos liberales definió con precisión qué entendía él por talante liberal:


"Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y por lo tanto, es mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fe sino ejercerla, de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio, o como, por instinto, nos resistimos a mentir".



Que nadie espere, pues, encontrar aquí argumentos arrojadizos contra el adversario o proclamas partidarias. Los personajes y los grupos sociales aquí reseñados (socialistas, anarquistas, exiliados, falangistas, franquistas, liberales, monárquicos...) tuvieron en momentos difíciles altura de miras y pusieron su granito de arena en la edificación de una Tercera España que quería ser la de todos.