domingo, 24 de enero de 2016

Manuel Andújar: La utopía de ser español




Frente al terreno baldío creado por la cultura oficial franquista y frente a los que desde el resentimiento oponían a una dictadura militar otra del proletariado, autores como Max Aub, Rosa Chacel, Francisco Ayala, José Ramón Arana o Manuel Andújar, en el bando republicano, y Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo, Torrente Ballester o Luis Rosales, en el nacional, alumbraron en los años cuarenta y cincuenta con sus obras y su talante humanista la posibilidad de una tercera España, desde una alternativa ética y dialogante que nada tenía que ver con el fanatismo ideológico y el maniqueísmo reductor de los que se autoerigieron bien envanguardia de un pueblo al que utilizaron para imponer su tiranía, bien como salvadores de una Patria a la que condenaron al ostracismo. El socialismo marxista excluyente de unos y el patrioterismo caduco de otros adulteraron los conceptos de Socialismo y Patria, despojándolos de su dimensión humana, al ponerlos al servicio del estalinismo criminal y el nacionalismo rancio, militar y clerical. Los españoles terminaron enfrentados en dos bandos en una guerra de la que, ganase quien ganase, nunca saldría la verdadera España, definida por Ortega como proyecto sugestivo de vida en común.
Manuel Andújar (La Carolina 1913-El Escorial 1994) intenta penetrar en la esencia de la realidad nacional, recuperando el sentido originario de palabras, viciadas a diestra y siniestra y adulteradas por el fulgor de la batalla. Socialismo y Patria terminan convirtiéndose en banderines de enganche de un pueblo engañado por los intérpretes de su voluntad. "Mi meta-declara en 1987-en la etapa primorriverista era un socialismo pacífico y democrático". En Cartas son cartas, una antología epistolar sobre el tema de España, Andújar amplía su peculiar concepto de socialismo:

No vale andar con rodeos. Hasta los hombres de sana mentalidad que proceden de la burguesía comprenden hoy que en lo económico el capitalismo ya no vale para el futuro y que seducir a los trabajadores con vagas promesas los empuja al campo del totalistarismo obrero, a la larga. Sólo podremos salvarnos todos, en cuerpo y alma, luchando por la implantación de un socialismo que se fundamente en el hombre y no en su opresión de calquier género. Un socialismo que estimule los valores humanos...




Además, Andújar formaba parte de esa izquierda intelectual exiliada que supo romper con el lastre de su tradicional discurso antinacional al integrar el patriotismo como parte esencial de sus propuestas socialistas. En la obra de Andújar la Patria no aparece como mera abstracción sino como encarnadura de una circunstancia histórica y personal.

También -comenta en Cartas son cartas- en tanto españoles desterrados, no podemos menospreciar que hay en España, con todas las degeneraciones que se qwuieran, un sentimiento patriótico general, arraigado, que , expurgado del maleficio del franquismo, puede ser útil como gran energía....Fuerza fundamental para este renacimiento español es la resurrección de la fe en nuestro carácter y en nuestro destino. Los valores espirituales y culturales son, hoy, de una jerarquía política inestimable. Necesitamos formular un pensamiento nacional ibérico y un estilo que lo revele.

Los perfiles de la Patria se definen, pues, desde la memoria histórica y desde el deseo utópico. Memoria y deseo, amor y dolor, he ahí la síntesis de un patriotismo crítico de nuevo cuño, alejado por igual de mesianismos tradicionalitas y de quiméricos paraísos progresistas. La búsqueda de esta tercera España inexistente y la profunda reflexión sobre las miserias de las otras dos Españas enfrentadas será su mayor preocupación intelectural. La tramática experiencia de la guerra y el exilio lo acercan a la literatura:

Querer explicarnos lo español y su posible trascendencia a lo universal, intentar ver claro en la maraña de la guerra civil, en función de los hombres y no de esta o aquella facción, de esta o aquella doctrina, de tal o cual táctica, del grupo de intereses y empecinamientos de mengano y zutano. Al menos para mí, es la literaria la única forma que tengo de expresarlo y de buscarlo, y sólo cuando lo tresuelva, o crea que lo haya resuelto, pondré encararme con otros problemas, gentes y momentos.

Y es que toda su labor literatria es un reiterado esfuerzo por comprender el problema de España al margen de todo dogmatismo, en diálogo constante con el otro, no justificando pero sí intentando comprender, siguiendo la premisa machadiana "Mi verdad, no; la verdad. Ven conmigo a bjuscarla. La tuya guárdatela". En este sentido afirma Manuel Andújar:

Hemos de aplicar la terapéutica del diálogo, inconcebible sin un régimen vigorosamente democrático. Diálogo consigo mismo, diálogo con los semejantes, con los próximos, con los lejanos, con las generaciones de erste tiempo y con aquellas que nos pautaron.

Tras su dramática estancia en el campo de concentración francés de Saint-Cyprien, embarcó en el mítico Sinaia rumbo a México que sería durante más de dos décadas, hasta su retorno a España en 1967, el refugio de su trastierro, en palabras de José Gaos. Allí dirige en 1946 junto a José Ramón Arana Las Españas, una ambiciosa revista cultural que venía a rellenar el hueco dejado por las efímeras revistas La España Peregrina de José Bergamín y Romance del poeta cordobés Juan Rejano. Paralelamente se entrega a una copisa labor creadora. Partiendo de la angustia de 1944 es su primera obra. En ella late un hondo pesimismo que en libros posteriores será sustituido por un sustrato regeneracionista de fe en el hombre y en la historia. Pero la parte más significativa de su producción literaria -sin olvidar la experimentación de sus últimas novelas, sus excelentes cuentos reunidos en el libro Secretos augurios o sus esporádicas incursiones en la poesía o el teatro- la constituye el ciclo Lares y Penares. Las novelas pertenecientes a esta serie son fiel testimonio de una dilatada vida que ha sido testigo de los vertiginosos acontrecimientos que cubrieron de sombras la más reciente historia de una España, sentida como una herida abierta que se desangra a través de la pluma dolorida y enamorada del autor.
La parte central del ciclo la constituye la trilogía Vísperas (1947-1959), una detallada reconstrucción de los prolegómemos de la guerra civil: los condicionamientos sociales, los prececdentes ideológicos y las rivalidades personales que llevatron a todo a todo un pueblo a un odio fraticida. Todos ello tratado con un estiloo realista de estirpe galdosiana elaborado, como apunta Rafael Conte, a través de la construcción de símbolos morales, personajes o anécdotas que, atravesando su propia significación real, se configuran como elementos de un juicio étyico. En Cristal herido (1945) el autor realiza una catarsis personal y colectiva al retratar, en un relato coral, la insatisfacción de la animosa juventud republicana que no sólo perdió la guerra sino también las esperanzas de construir una sociedad más libre y más justa. Pero no será hasta 1973, ya asentado njuevamente en España, cuando publica su novela sobre la guerra civil Historias de una historia, un extenso relato, en la línea de El laberinto mágico de Max Aub, donde el tema de la guerra civil es tratadop con un talante conciliador, transido de humanismo, alejado del espíritu propagandístico con el que se haba abordado este asunto en la literatura española (Agustín de Foxá, Tomás Borrás, Juan Marsé o Luis Goytisolo). El personaje central, Andrés Nerja, es un alter ego del autor, lo cual imopregna a la historia de un espíritu antidgmático. Llegará el día -omenta Andújar-en que se analice aquel estallido con espíritu limpio, mente clara y propósito fraternal ¿se cumplirá entonces la utopía de ser español?





Cita de fantasmas y La voz y la sangre, publicadas en 1984, suponen una nueva orientación en la producción del autor. Si bien continúa el tema de la guerra, ahora se incorpora la reflexión sobre la novela. Son los personales quienes emprenden una investigación para captar el sentido último de la realidad individual y colectiva de parte de un pueblo que no se resigna al efrentamiento estéril. Los hijos de los exiliados exteriores e interiores deben ser los responsables, según Andújar, de construir una nueva España sobre nuevos cimientos.

No cabe duda de que Andújar se está refieriendo a la generación que hizo posible la transición democrática que, con su espíritu integrador y dialogante, impulsó una Constitución en la que quedaban reflejados los principios de esa Tercera España superadora de los errores históricos cometidos por las generaciones anteriores. La palabras de Manuel Andújar, socialista y español, demócrata convencido, así como las de otros muchos exiliados, debieran hacer recapacitar a los que están empeñados en dinamitar los principios que hicieron posible la España constitucional, en la que parecía haberse cumplido "la utopía de ser español".


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